sábado, 3 de noviembre de 2007

El ladrón pacífico

Ese día apareció en el Banco un travesti de unos 35 años, alto, de contextura atlética, teñido de rubio sus cabellos, anteojos de sol y gestos muy amanerados. Era Juancito Punchi, más conocido por todos como “Caballo de polo” (por que era grandote, fuerte y con la cola recogida).
Punchi se acercó al mostrador donde atendía el cajero Martínez, sacó un talonario y educadamente le ofreció venderle una rifa al bancario, pero éste, con gesto de pocos amigos, no tardó en rechazarlo:

- No tengo plata – dijo- mandáte a mudar haceme el favor!
- Es solo una rifita de $1 Don Martínez–dijo el travesti amablemente.
- Noooo!!!, ¿No me entendés?. No me interesa!!!

Inmediatamente Punchi, se sacó lo anteojos, lo miró fijamente a los ojos y le espetó con voz afeminada pero no por eso desafiante:

- Si no me comprás… voy a hablar de algunas cositas bebé…
Y en ese momento, un profundo silencio se apoderó del lugar. Era tanta la tensión que había, que todos los cajeros perdieron la cuenta de las operaciones que estaban realizando (algo casi imposible)…

Y Don Martínez, que era un hombre frío y calculador, sereno como agua de pozo (por lo menos hasta ese momento de su existencia), sufrió de taquicardia, le sudaron las piernas, las manos y la frente, estuvo al borde del desmayo…solo atinó a decir con vos temblorosa y entrecortada:

- Dame..dame…te compro to-to- todo el talonario, te lo compro-y sacó de su bolsillo un billete de $100.
- Ay gracias, sos un amor
- dijo el hombre carente de testosterona- ¿Te cuento que rifamos Martínez?
- No…no!! Andá nomás... Tengo que seguir trabajando.


Al día siguiente, Punchi apareció con otro talonario de rifas, pero esta vez se dirigió al 1º piso en busca del Tesorero del banco. Y en cuestión de minutos, bajó las escaleras sonriente, agitando entre sus manos un reluciente billete azulado con la cara de Mitre.

Días después, la misma historia, más talonarios de rifas convertidas rápidamente en efectivo, después de brevísimas visitas a las oficinas del gerente, presidente, etc.

- ¿Este asunto de Juancito Punchi huele a gato encerrado, no te parece?– le dijo un cajero al guardia de seguridad.
- No, esto más que a gato encerrado huele a mierda…pechada!!- bromeó el guardia.

A la semana siguiente, Juancito volvió al banco esta vez para abrir una cuenta y sacar un préstamo de $ 150.000 a pagar en 30 años y sin intereses. Lo más curioso de todo es que no tuvo que presentar ningún documento, ni “hacer cola”, ni siquiera perder varios minutos como es costumbre al hacer estos trámites.

- Juancito vas a fundir el banco si seguís viniendo, por favor… mantené esa cola cerrada!! –dijo el guardia que era un tipo orrrrrrdinario pero no por eso realista.

Y a los pocos meses de aquel comentario ofensivo y sin querer premonitorio, el banco se presentó en convocatoria de acreedores y 700 personas quedaron desempleadas. Meses más tarde 20.000 desempleados correrían la misma suerte, al cerrarse otros bancos como el Francés, el Galicia, el H.S.B.C. y el Río, todas entidades que Punchi visitaba con regularidad. Qué loco!!...Punchi abría sus nalgas y en el acto se cerraba un banco...eso es "poder mierda"!

Me cuesta entender que por las apetencias sexuales desviadas de funcionarios bancarios libidinosos de traje y corbata, temerosos del "qué dirán", queden sin trabajo tantas personas. Estos bancarios son una mierda, después se quejan cuando la gente los tilda de hijos de puta!! No quiero ser mal pensado, pero se me cruza por la cabeza la idea de que en los dos corralitos que tuvimos en nuestro país, algún travesti mimoso y codicioso hizo de la suyas...

Volviendo al tema, Juancito Punchi levantó una fortuna increíble, se convirtió en el asaltante más famoso de todos los tiempos. ¿Robar un banco con una banda armada? ¿Usar pasamontañas? ¿Forzar una caja de seguridad? ¿Tomar rehenes? ¿Tirotearse con los uniformados? No…no…no, nada de eso!!! Los tiempos habían cambiado y Punchi era un pionero en esta nueva modalidad de asalto que no tardó en extenderse a otros países. Punchi entraba y salía caminando del lugar muy tranquilamente como si nada, y lo más importante de todo: sin disparar una sola bala... De ahí el apodo que le puso la prensa y por el que fue conocido en todo el mundo: El de "Ladrón pacífico", por que él no disparaba balas...él...él simplemente se las comía...

1 comentario:

Anónimo dijo...

genial! ahora si comienzo a entender un poco más lo q sucede en el país...
q tanto estudiar economia y sociología...
q bueno haberte conocido Javi