miércoles, 18 de julio de 2007

El hombre más avaro del mundo y lo que aprendí de él

Isaac Goldman Rabinovich o el judío como le decían sus amigos, era el hombre más avaro del mundo. Bien tempranito a la mañana Isaac se sentó en el inodoro para hacer sus necesidades. Cortó el primer segmento de papel higiénico, exactamente por la línea punteada y procedió a limpiarse su blanco y gordo trasero. Y a medida que se iba limpiando fue doblando el PH por la mitad y así sucesivamente, hasta llegar a un minúsculo cuadradito del tamaño de una uña.
- Los metros de PH que me estaré ahorrando al año con este sistema - se dijo. ¿Cuántos cobardes abandonan la lucha de doblarlo una y otra vez por miedo a ensuciarse los dedos con mierda?. Soy el mejor administrador del mundo – fanfarroneó para sus adentros. A media mañana hizo una llamada local en un Telecentro de esos que hay en cualquier ciudad. Y aquella experiencia lo marcó para siempre…

- 22 centavos – le dijo el operador al salir de la cabina. Isaac le dio 25 centavos y se quedó ahí parado esperando su vuelto.
- No puedo darle 3 centavos de vuelto señor – le inquirió el operador.
- Pues entonces dame el libro de quejas, maldito estafador!! – y continuó – esto no puede ser, solicitaré a la casa de la moneda que empiece a fabricar monedas de 3 centavos, así ustedes dejan de lucrar con la pobre gente. Y mientras retaba al cajero, escribía en el libro de quejas. Cinco páginas llegó a dedicarle a ese pobre hombre. Al final, se terminó yendo del telecentro 1 hora más tarde y lo peor para él, sin su vuelto de 3 centavos… La otra vez me invitó a tomar unas cervezas para mi cumpleaños y al final las terminé pagando yo. ¡Que judío avaro por Dios!

Enojado le dije:
- ¿Y qué has conseguido en la vida por ser tan avaro, cuantos centavos ganaste?. - $ 89.574 con 35 centavos, además de unas cervezas gratis –me dijo riéndose. - ¿Y qué harás con todo ese dinero? - le pregunté interesado.
- Compraré varios Telecentros en Israel, mi tierra natal –me contestó.
Yo me quedé sorprendido por su respuesta y también por aquella tonta historia del Telecentro que me contó. La verdad esperaba algo más inteligente de su parte, pero bue…era su dinero conseguido a través de largos años de prácticas avaras en extremo...podía hacer lo que quisiera con el ¿no?

Allá por el 2001 lo volví a encontrar. Yo estaba completamente en la ruina gracias a Fernandino De La Rúa que me confiscó los pocos ahorros que tenía en el “Corralito”. Sabía que él había amasado una gran fortuna con el asunto de los Telecentros en Israel. Cuando me vió se alegró y me invitó a tomar una cerveza. Yo lo escuchaba atentamente, a lo mejor me ligaba algún buen consejo para hacerme rico y poder salir de la pobreza extrema en la que me encontraba.

- Che Isaac, – le dije – mientras nos sentábamos en la mesa de un bar- sé que te fue bien con el asunto de los telecentros en Israel. ¿Parece que es negocio quedarse con los centavos del cliente ¿no? –le dije en tono de broma.
- Si –me dijo él. Pero el grueso de mi fortuna no provino de ahí. Interesado por la respuesta no tarde en preguntarle:
- ¿Y de dónde entonces? Bebió el último sorbo de su cerveza y me dijo:
- Tengo una fábrica de libros de quejas. Y bien dijo esto, se marchó. Obviamente terminé pagando yo la cerveza. Avaro hijo de su madre!!… ¿Pero saben una cosa?…Su historia tuvo una gran influencia en mi persona. Me enseñó mucho. No hice tanto dinero como el, lo acepto. Pero ustedes no saben la cantidad de metros de papel higiénico que me ahorro al año limpiándome el culo.