martes, 24 de julio de 2007

San Sormaño


Tito Sormaño era…¿cómo decirlo? Un tipo adicto a los olores fétidos y repulsivos de cualquier naturaleza, un explorador incansable de los rincones menos ventilados de su cuerpo en busca de fragancias hediondas nuevas.
Aquella mañana se despertó bañado en un sudor frío y con el pulso tembloroso. Conocía esa sensación, la había vivido antes. Era el Síndrome de abstinencia, ese demonio interno que nunca lograba acallar.
Rápidamente se fue hasta la cocina, buscó un escarbadientes y comenzó a hurgarse la uña del dedo gordo del pie. Luego acercó el escarbadientes a su nariz y empezó a olfatearlo una y otra vez como un loco excitado. Su cara se transformó por completo y los ojos se le extraviaron de las órbitas.
- Cocaína las pelotas –se dijo- mientras olfateaba el escarbadientes. "Esto es droga y gratis Carajo!!. Esta tarde me vuelo la cabeza escuchando Bob Marley!!
Cómo olvidarme de la vez que estuvo dos meses con un dolor de muelas insoportable y la cara inflamada por la infección, esperando ansiosamente que su muela se pudriese por completo, con el único objetivo de “poder chuparla todo el día”, según sus propias palabras. Así era Tito, un tipo vanguardista, siempre buscando la novedad en cuanto a olores y sabores desagradables.
Tito tenía la fantasía de raptar un vagabundo de esos que viven bajo los puentes con ropas harapientas, barbas grasosas y atarlo en su cama por un par de días. No para violarlo, ni para hacerlo sufrir, el no era de esos locos enfermos, él solo quería olerlo de pies a cabeza. Una noche había soñado que envolvía a un vagabundo en papel de cigarrillo, le prendía la barba y se lo fumaba en compañía de Andrés Calamaro.
Una de las últimas veces que estuve con él, me comentó que después de tantos años de intensa búsqueda había encontrado la droga corporal más poderosa y adictiva de todas las que había probado y experimentado.
- ¿Y en qué consiste la preparación, loquito enfermo? –le dije en tono de broma.
- Incorporo a mi dieta porotos y garbanzaos, defeco en una pelela, selecciono el material cacáreo, lo coloco en una bolsa, espero unos 3 o 4 días hasta que fermente y luego empiezo a aspirar.
- ¿Y cómo se llama tu nueva droga? –le pregunté. (Tito era muy creativo)
- “Sormaño” –me dijo sonriente.- Ahh, esta bien, vos la descubriste y vos le ponés tu apellido. Sos un genio Tito.
- No, no es por mi apellido –agregó.
- Y entonces ¿por que le pusiste “Sormaño”?- inquirí.
- Por que son Soretes de este tamaño – me contestó- trazando con sus manos la longitud de los mismos.
Con el paso de los años la fama de sucio de Tito traspasó las fronteras de su barrio y pronto se convirtió en un objeto de culto para los linyeras que querían oler como él. Pero también estaba la otra gente, esa que se cruzaba de vereda al verlo venir conteniendo la respiración por varias cuadras. Para ellos, Tito era simplemente un sucio… por eso lo mandaron a matar.
Sormaño apareció muerto flotando en las aguas del Riachuelo un 24 de julio. Los investigadores de la policía dijeron que en la escena del crimen encontraron dos pastillas desodorantes para inodoro que colgaban en cada una de sus orejas a modo de pendientes y una nota que rezaba: “así terminan los que huelen mal”. Definitivamente la muerte de Tito tenía un claro mensaje aleccionador para todos los roñosos que andaban esparciendo sus nauseabundos olores por todos lados, de eso ya no quedaban dudas.
Pronto el caso Sormaño se convirtió en un fenómeno post mortem sin precedentes, capaz de producir tanto dinero como los discos que Freddie Mercury compuso después de fallecido.
Las revistas amarillas se encargaron de convertir a Tito en un éxito de ventas generando polémicas absurdas: “MIRTHA LEGRAND: JAMAS INVITARIA A GENTE COMO SORMAÑO A MIS ALMUERZOS”.
Los programas periodísticos instalaron el debate a nivel nacional: “SORMAÑO: ¿SUCIO O SANTO?”.
Raúl Castels dijo: “Sormaño representa a los desposeídos de este país, cortaremos las rutas y pediremos subsidios al gobierno”.
Kirschner: “Shi hay Shormaños en este país, Clishtina y yo no le pagaremos al FMI”.
Macri: “Alejamos a los inversionistas con Sormaños revolviendo basura en Puerto Madero”.
Cronica T.V. en placas rojas: “VELARIAN A SORMAÑO CON VELAS DE GAMEXANE”.

El fenómeno Sormaño empezó a modificar conductas de consumo: el mercado de la música sufrió cambios drásticos, la cumbia villera perdió fuerza y nació la cumbia Sormaña que reivindicaba a los vagabundos, así se escuchaban letras como:
“Dormí en la calle, tomé cartones
y luego con ellos me abrigué,
de mis entrañas salió materia fecal
y con ella un paco me armé"
La moda también aprovechó la movida, imponiendo el estilo Sormaño en las mujeres que ya no se depilaban las axilas, hasta las empresas de limpieza promocionaron sus productos: “Lavandina Ayudín desinfecta, desengrasa y aleja vagabundos”.
Pronto se promocionó por Telefé un nuevo programa: “Gran hermano linyera”.
La industria editorial facturó millones con libros como: “El Código Sormaño”, "Harry Potter y el linyera del Fénix” y “Yo conocí a Tito” escrito por el cartonero Báez.
El vocablo Sormaño pronto empezó a ser adoptado por la población en general, los adolescentes decían frases como: “Sos un sormaño”, los ecologistas: “las papeleras sormañan el medio ambiente”, etc.
Tiempo después el caso Sormaño fue cerrado por los investigadores que no encontraron pistas sobre el asesino. Aquel día retiraron el cuerpo de Tito de la morgue para cremarlo frente a una gran multitud de personas. Estaban la televisión, la radio, los medios gráficos, políticos, autoridades de la Iglesia, etc., todos insultando a gritos al difunto en medio de carcajadas y comentarios ofensivos. El hecho es que cuando arrojaron el cadáver de Tito al incinerador, su cuerpo comenzó a segregar un tremendo olor fétido que rápidamente se esparció por todo el lugar como una bruma espesa. Todo la gente que lo odiaba enérgicamente se lo terminó fumando como un porro. Se vio por T.V. a políticos dando arcadas del asco, a personas que se desmayaban o morían ahogadas en su propio vómito, hasta el obispo falleció por intoxicación al inhalar el fétido olor.
Después de este incidente, Tito se convirtió sin quererlo, en el abanderado de los malolientes, un fenómeno post mortem que revolucionó la música, la economía, la moda, la industria editorial y hasta la Fé: ya se le atribuyen milagros y en cualquier santería podés comprar a “San Sormaño” o el “Santo de los sucios”.
...Y todos los años, desde las orillas del Riachuelo, exactamente para el 24 de julio, se celebra el día del linyera. Aquel día, procesiones multitudinarias de vagabundos, mascando porotos y garbanzos, se dirigen al Congreso de la Nación para reclamar por subsidios y/o planes sociales. Una vez en las puertas de la Institución, se bajan los pantalones y defecan a modo de protesta, mientras rezan la oración de San Sormaño:
“San Sormaño… que haya soretes de este tamaño…todo el año”.